Equinoterapia: la necesidad de una ley que abra puertas a la sociedad
Caballos que sanan. Alrededor de 45 chicos por semana concurren a la Rural de San Francisco. El pedido de una ley que obligue a las obras sociales a cubrir las sesiones y la vida de Santiago Carranza, de 10 años, quien participa de las clases.
Alrededor de 45 chicos por semana, en diferentes turnos y días, concurren a la Sociedad Rural de San Francisco para para someterse a una equinoterapia, disciplina con caballos que se aplica a múltiples tratamientos terapéuticos y de rehabilitación a lo largo y ancho del mundo, y que en nuestra ciudad tiene un impacto cada vez mayor.
Según asegura Pamela Grimberg, profesora de equinoterapia, el contacto con el caballo es la principal virtud del tratamiento: "La seguridad que le da al chico el caballo es impresionante al ser un animal tan noble. Desde lo motriz, a chicos que no pueden caminar les brinda la sensación de movimiento en la cadera, de caminar. El contacto con la naturaleza también es muy bueno, porque además al caballo le dan de comer, lo cepillan y bañan", explica en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
A metros suyo está Santiago Carranza, de 10 años, quien asiste a estas prácticas desde hace más de dos. El niño padece el Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) o Trastorno del Espectro Autista y encontró en esta disciplina "su lugar y su diversión", cuenta su madre, María Noel Rossi.
Tanto la docente como la mamá de Santiago esperan por la sanción de un proyecto de ley que regule la actividad y que obligue a las obras sociales a cubrir las sesiones de terapia con el animal.
El año pasado, en la Legislatura de Córdoba se presentó un proyecto, sin embargo, hasta el momento no hubo avances en este aspecto. La iniciativa propone que estas prácticas terapéuticas sean incorporadas al sistema de prestaciones básicas a favor de las personas con discapacidad y con ello que las obras sociales cubran las prestaciones de rehabilitación psicofísica y motora, y la terapia educativa.
Además, en la propuesta formulada por la legisladora Verónica Gazzoni (UCR), se la describe como una disciplina educativa, terapéutica, holística, integral y complementaria de las terapias médicas tradicionales para la habilitación, rehabilitación e inclusión social de personas.
Y se añade que ello deberá realizarse mediante el uso de un caballo apto, certificado y debidamente entrenado por personas profesionalmente capacitadas y en lugares destinados a ese fin.
También matrícula
Grimberg remarca que además de la ley que está en trámite debe haber una homologación: "Nosotros no tenemos matrícula, debería regularizarse ese tema también para quienes brindamos equinoterapia", explica.
Si bien el eje central del proyecto sería que las consultas o jornadas puedan ser cubiertas por las obras sociales, la profesora asegura que es vital una regulación para que no cualquiera pueda brindar este tipo de clases: "Yo hice varios cursos. La idea es que haya matriculas", afirma.
Santi cabalga junto a su fiel compañera "Lucha", ante la mirada de su profesora Pamela Grimberg
La vida de Santiago
En la Sociedad Rural unos 45 niños y jóvenes realizan equinoterapia. Y Santiago Carranza es uno de ellos.
Su mamá, María Noel Rossi, explicó a LA VOZ DE SAN JUSTO que el niño tiene una relación muy especial con los animales, sobre todo con los caballos: "Los adora, su vida se organiza en torno a si tiene o no equinoterapia", asegura.
La primera vez que su hijo se subió a un caballo -recuerda- estaba agarrado y se sentía inseguro, aunque no temeroso. Pero ello cambió rápidamente: "Ahora ya aprendió a trotar, tuvo cambios muy significativos en cuanto a su postura sobre el caballo, su seguridad. No solo le interesa montarlo sino también bañarlo y peinarlo".
La función terapéutica de los caballos nunca había sido objeto de estudio de la ciencia, hasta mediados del siglo XX, cuando empezó a utilizárselos para rehabilitación de diferentes enfermedades que involucraban discapacidad física y psíquica.
Rossi explicó que es muy difícil que Santiago logre hacer una actividad lúdica porque su atención es muy frágil. "La equinoterapia es la única actividad que logra hacer solo, más autónomamente, sin tener que depender de alguien que le diga subí o bajá. Él logra hacerlo porque realmente le gusta y es una diversión, más allá de todas las bondades que tiene la equinoterapia".
Con respecto a la importancia que tendría la sanción de la ley, afirmó: "Sería clave que salga para todos los chicos con algún tipo de discapacidad. En mi caso tengo la suerte de poder costearlo pero es una pena que no tengan acceso más chicos que realmente lo necesitan en cuanto al desarrollo, aprendizaje y la parte recreativa", reflexionó.
Además destacó: "Es el chico con el caballo. Es su superación diaria, los avances los hace él solo. Se mide él mismo en el día a día. Se van logrando cosas pequeñas que a la larga derivan en grandes cambios", afirmó.
Cada jornada de equinoterapia en la Rural dura entre 30 y 45 minutos. Y aunque el tiempo pueda parecer poco, la felicidad por someterse a ella por parte de quienes lo hacen es inmensa.
"Haber encontrado esta actividad a nosotros como padres nos pone felices", remarca María Noel.