Entre el cuidado y el hartazgo
El equilibrio entre la prevención y -en este caso- la libre circulación exige el compromiso de una comunicación aceitada y oportuna. Lo cierto es que, una vez más, la discusión fluctúa entre la necesidad del cuidado y el cansancio y la incertidumbre.
Las nuevas restricciones para el ingreso a San Francisco, adoptadas días atrás por el Ejecutivo municipal, han sido comentario casi exclusivo en los diálogos ciudadanos. El tema dominante de la vida de la humanidad entera este año volvió a recrudecer en discusiones acerca de la conveniencia o no de la aplicación de estas decisiones. Y también endureció posiciones en uno y otro sentido.
Casi 300 test en los dos primeros días de la medida dan cuenta de que quienes necesitan ingresar a la ciudad suman una cantidad importante. Pero mucho menos de la que se contaría si la circulación no estuviese restringida. De todos modos, las quejas de muchos vecinos de la región cercana se hicieron oír tanto como las explicaciones de los funcionarios acerca de los motivos que llevaron al endurecimiento en el franqueo del paso a personas que no viven en San Francisco.
Con esto se encendió nuevamente, quizás nunca se apagó del todo, la polémica en torno a las decisiones de carácter sanitario que imponen determinadas cláusulas que limitan la circulación de personas y el tránsito entre localidades. Por un lado, se defiende con énfasis este tipo de medidas sosteniéndose que es una manera de prevenir que se produzcan más brotes en la ciudad. Por el otro, se plantean cuestionamientos que van desde los problemas que tienen muchas personas que deben trabajar en San Francisco, hasta la acusación de que se persiguen fines recaudatorios y no sanitarios.
Desde el municipio se señala que es una nueva forma de prevención para "cuidarnos entre todos". En especial se hace referencia a la posibilidad de detectar a personas asintomáticas que lleguen desde lugares donde hay circulación del virus. En verdad, los test rápidos efectuados en las primeras jornadas arrojaron algunos pocos casos positivos, lo que habilitaría para seguir sosteniendo la medida. La prevención en primer plano.
Los que critican las restricciones abren el abanico argumental a otros ámbitos. Los cuestionamientos refieren a la forma en la que se implementó, a la intención recaudatoria que supuestamente tendría, a la violación constitucional que supondría impedir el libre tránsito y a que las autoridades locales no pueden arrogarse atribuciones que legal y constitucionalmente no son propias de su función. Al mismo tiempo, se escuchan voces que remiten al hartazgo frente a la situación extenuante de medio año de normalidad inexistente.
Sin dejar de reconocer que la grieta política e ideológica juega un rol importante a la hora de fijar duras posiciones frente a determinadas medidas, lo cierto es que la polémica en torno a las nuevas limitaciones al ingreso a San Francisco no es un asunto para ignorar. El equilibrio entre la prevención y -en este caso- la libre circulación exige el compromiso de una comunicación aceitada y oportuna. Lo cierto es que, una vez más, la discusión fluctúa entre la necesidad del cuidado y el cansancio y la incertidumbre.