En el cumpleaños de San Francisco
Asentada en su rica historia, la ciudad debe proyectarse al futuro. No es un lugar común esta frase. Es la esencia con la que se funda el progreso. Porque no sería posible mantener una idiosincrasia centrada en aquellos valores si se pierden los elementos particulares que hacen a nuestra ciudad única y especial, que la diferencian de cualquier otra.
San Francisco cumple hoy 134 años. El comienzo de la cruzada colonizadora emprendida por el fundador, José Bernardo Iturraspe, es hoy recordado en un contexto plagado de incertezas respecto del futuro de la humanidad. Quizás la misma incertidumbre que tuvieron muchos de los colonos que se asentaron allá por fines del siglo XIX en estas tierras, pero que convicción y trabajo esforzado dejaron una ciudad pujante a sus descendientes.
San Francisco atravesó numerosas vicisitudes a lo largo de su corta historia. Épocas de esplendor y desarrollo. También tiempos de parálisis y oscuridad. En la vida de las sociedades estos contrastes se suceden en el tiempo y forman parte de la condición humana. Pero el logro de haber impulsado la generación de una identidad propia, basada en la cultura del trabajo y en los principios legados por aquellos inmigrantes, sigue destacándose como elemento aglutinador aun en tiempos en los que la disgregación comunitaria parece ser un signo de época.
Asentada en su rica historia, la ciudad debe proyectarse al futuro. No es un lugar común esta frase. Es la esencia con la que se funda el progreso. Porque no sería posible mantener una idiosincrasia centrada en aquellos valores si se pierden los elementos particulares que hacen a nuestra ciudad única y especial, que la diferencian de cualquier otra. Una ciudad no es el proyecto de un gobierno municipal. Es una construcción de una sociedad que debe entender la esencia de ese proyecto y trabajar por alcanzar las metas comunitarias en el mediano y largo plazo.
Por esto, no se trata de copiar o adaptar lo que hacen las grandes urbes. Si así ocurriese, el fracaso sería una posibilidad cierta. Porque las condiciones geográficas, estructurales y sociales de San Francisco imponen estrategias e impulsos que solo sirven para esta realidad. Apoyándose en la propia identidad es que las poblaciones consiguen desarrollar proyectos creativos y adaptados a la comunidad. De esto se trata aquello de "nuestro lugar en el mundo", mucho más en tiempos en los que los problemas de la humanidad están globalizados y en los que la incertidumbre se pasea oronda por el planeta.
Las temáticas que deben resolverse en cualquier ciudad son similares. Pero los métodos para lograrlo tienen que partir de proyectos ingeniosos y basados en la propia comunidad. Fortalecer el desarrollo productivo, diversificar la actividad económica, cuidar el medio ambiente, brindar servicios acordes a la calidad de vida en el siglo XXI, establecer lineamientos de crecimiento urbanístico ordenado, proteger y valorar los espacios públicos y poner foco en la movilidad de los ciudadanos son algunos de los retos que los sanfrancisqueños tendremos que afrontar. Son similares a los habitantes de otras ciudades, pero con las estrategias pueden ser bien diferentes. Porque deben estar cimentadas en una historia y en una identidad que, más allá de todas las diferencias, tendría que enorgullecernos.
Al celebrar los 134 años de San Francisco, desde el diario que nació cuando la ciudad estaba dejando de ser aldea y apenas estaba cerca de cumplir las tres décadas de existencia rendimos homenaje al pueblo de nuestra ciudad. A quienes nos legaron el mandamiento del trabajo y la fe en el futuro. Y a quienes hoy bregan desde su lugar por mantenerlo vigente.