En busca de la bitácora perdida de una enfermera
Haydeé Palacios "se encontró" con aquellas vivencias de sus 25 años como trabajadora de la salud. Su corazón latía por la enfermería y luchó para poder trabajar de eso entregándose a los otros durante 25 años.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Un día cuando ya había llegado a los 55 años Haydeé Palacios llegó a su casa y dejó el delantal de enfermera por última vez colgado. Su jubilación había llegado cuando aún la ley (eran los '90) tenía esa estructura previsional.
Ese delantal - como lo llamó ella - lo llevó durante 25 años después de llegar con mucho esfuerzo a trabajar de lo que más quería en una profesión por la que su corazón latía indicándole que ese era su camino.
Primero pasó por diversos trabajos hasta que a los 33 entró por primera vez a un centro de salud no como paciente sino como una agente sanitaria cuyo objetivo era, ni más ni menos, que ser la mano derecha de cualquier médico.
"Después de muchos trabajos llegué a ser enfermera. Me gustaba mucho y la curiosidad me llevó a aprender. Donde trabajé muchos años fue en Clínica Regional del Este, cuando empezó", dijo haciendo memoria.
Hoy está en su casa, jubilada y cuidándose un poco más como todas las personas mayores. La charla entonces le sirvió para olvidarse de las lamentaciones del presente y retrotraerse a aquellos tiempos donde estaba activa como enfermera ayudando a otros.
"Tengo buenos recuerdos porque con las compañeras trabajábamos en conjunto, había chicas que tenían cursos completos, pero no todas", aclaró.
Su formación teórica no fue inicial, al menos no en los términos como se estila en la actualidad, sino que llegó con el ejercicio propio del trabajo. Después llegó el momento de ir al Hospital J.B. Iturraspe "para profundizar" sus saberes. De hecho, esa es una de las cosas que valora que existan en la actualidad. "La teoría es muy importante - sostuvo - aunque la práctica para mí la parte práctica es fundamental".
Elegir la profesión con el corazón
Trazando un paralelismo entre el ahora y "su antes" otra
cosa que cambió es la cantidad de recursos a su disposición, por eso contó que
en su tiempo "no tenían tanta aparatología como ahora", no obstante, "se la
rebuscaban para salir del paso".
El mundo de la enfermería le cambió toda su vida y cuando algo apasiona de tal manera no existen cosas que no sean de agrado, en realidad, son a las que se les da - por así decirlo - un poco menos de interés.
"Me gustaba todo de ser enfermera. Yo era curiosa, me gustaba ver y de mirar ya aprendía. Por ejemplo, mucho lo que no me gustaba era el quirófano por el encierro, sí de manera ambulante porque yo soy de andar. Neonatología me gustó mucho, en realidad, toda la enfermería en general me gustaba mucho", subrayó con los ojos perdidos en la distancia casi como si reviviera aquellos momentos.
Así como ahora para los trabajadores de la salud el Covid es una especie de punto de quiebre en la que dan todo para salvar la vida de otros, a Haydeé le pasaron cosas similares, aunque con otra magnitud claro está.
"Tuvimos, no un proceso largo como en este momento el coronavirus, una época donde muchas personas se enfermaban de hepatitis, bravas, hemos pasado por algunas fulminantes, un caso de tuberculosis...", recordó.
En esa línea expresó que cuando eso sucedía "no miraban si correspondía (en función del área) atender o no a ese paciente", por el contrario, "era todo general y sin diferencias el trabajo".
Por supuesto que las épocas felices son las que también recuerda y un lugar especial tienen los bebés, no solo por los nacimientos sino, en particular, "por aquellos que siendo prematuros luchaban por sacarlos a flote". A veces los ha visto siendo grandes y se maravilla de cómo "esa cosita chiquita creció".
Haydeé disfrutaba de esa "responsabilidad" que asumía cuando el médico se iba y ella se encargaba de acompañar a los pacientes.
"La enfermería hay que sentirla muy profunda, te tiene que gustar y hacerlo de corazón" como ella en aquel momento, como hoy en el trabajo de tantos otros y otras en todo el país.