Empatía con los equipos de salud
Dimensionar de manera justa, conocer y reconocer el esfuerzo de los equipos de salud de nuestro hospital principalmente es una obligación comunitaria.
Días atrás, en esta columna, se reflexionó sobre dos conductas que deberían ser frecuentes en este difícil tiempo que nos toca vivir: solidaridad y empatía. El relato de algunos episodios y la descripción de determinados procesos confirman la idea de que son atributos a desplegar por todos los miembros de la sociedad en tan complicada hora.
Viene a cuento este introito para continuar poniendo énfasis en la necesidad de contemplar el enorme esfuerzo que están haciendo los equipos de salud, principalmente los del Hospital J. B. Iturraspe, para atenuar los efectos del Covid 19, aun a costa de poner en riesgo su propia salud. Preocupa el dato difundido por el titular de ese nosocomio que da cuenta de que el 10% del personal permanece en sus domicilios aislado por haberse contagiado o por haber tenido contactos estrechos con algunos enfermos.
Ponerse en lugar del otro es una necesidad en este caso. Porque si bien la cuarentena afecta a toda la población y es sabido que está trayendo numerosos problemas de salud pública como la aparición de enfermedades mentales por ejemplo, lógico es suponer que quien está en la línea de fuego batallando contra el virus vive también el miedo a contagiarse y a contagiar a sus seres queridos, más allá de que se trabaje con todos los medios de protección.
Si a esto se le suma que el personal del Hospital está menguado por distintas circunstancias también relacionadas con lo que se está viviendo, se supone que el cansancio, el agotamiento, aparece con más frecuencia de lo que debería ocurrir. El estrés de las situaciones en las que intervienen, donde está en juego la vida de un ser humano, es mayor que en otros ámbitos más allá de que el personal de salud se haya preparado convenientemente y formado para hacer frente a circunstancias de este tipo.
Empatizar con los equipos de salud significa entender que para casi todos ellos la pandemia es algo completamente nuevo. Que tuvieron que aprender y aprehender teoría y práctica en el mismo momento en el que se presentó el problema y que en la actualidad, con mucho más conocimiento, se enfrentan al peor momento de la enfermedad con herramientas que no alcanzan muchas veces.
Llegará el día en que algún medicamento sea efectivo. O la jornada en la que la vacuna termine con esta pesadilla. Mientras tanto, la empatía que debe mostrarse en todas las relaciones sociales tendrá que ser más fuerte en el caso de nuestros médicos, enfermeros y profesionales de todas las ciencias afines. Porque frente al actual panorama, aplaudir está bien y fue un gesto valorable en los primeros tiempos, pero hoy quizás no alcance. Dimensionar de manera justa, conocer y reconocer el esfuerzo de los equipos de salud de nuestro hospital principalmente es una obligación comunitaria.