“El trabajo en el campo lo tenés que sentir como una pasión”
Mujeres rurales. Anabel Olocco y Jorgelina Martinotti son ingenieras agrónomas y administran campos. Dos claros ejemplos de la conquista de las mujeres que no temen en enfrentar los prejuicios y ocupan nuevos roles.
Desigualdad, inequidad, siempre invisibilizada La mujer de campo siempre estuvo a las sombra de los hombres, pero gracias a la formación académica y el cambio de paradigma, ellas ocupan terreno en el mundo del agro.
De acuerdo al Censo Agropecuario 2018 realizado por el Indec, un 20% de los establecimientos en el país son conducidos por el género femenino mientras que el censo de 2002 marcaba la mitad.
Jujuy lidera el podio con mayor porcentaje de mujeres al frente de la explotación agropecuaria, que de 8294 productores, tiene un 42% de presencia femenina en la conducción de las explotaciones, es decir 3456 mujeres mientras que por contrapartida, la provincia con menor administración de mujeres es Córdoba, que de 15.861 establecimientos, solo el 14% son conducidos por mujeres.
A pesar de la situación de nuestra provincia, mujeres agrónomas de la ciudad se pusieron al hombro el campo de sus familias y son ellas las que meten los pies en el barro, asisten a los animales y se suben a las máquinas agrícolas para sembrar y cosechar.
Las ingenieras agrónomas Anabel Olocco, de 28 años, y Jorgelina Martinotti, de 29, son dos claros ejemplos de la conquista de las nuevas generaciones en el campo y no temen en enfrentar los prejuicios y preconceptos al frente de sus emprendimientos familiares en Quebracho Herrado y en la ciudad, respectivamente.
Jorgelina Martinotti y Anabel Olocco, dos chicas que van al frente
Para ellas, el campo no representa dificultades o hay diferencias con los hombres, pero sí reclaman que la industria debería adaptarse a los tiempos y acondicionar elementos de trabajo para que ellas puedan dar todo de sí.
Con el trigo que espera dar lo mejor de sí en los próximos días, siendo la época de trabajo más fuerte del año, las ingenieras se animaron a salir de su rutina, dejaron sus tareas y dialogaron con VOZ MUJER
- ¿Cómo es el ejercicio cotidiano de su trabajo?
Anabel Olocco: Me dedico a la agricultura, ganadería y tambo, uno pequeño que tenemos en familia que manejamos con mi padre. Mi madre y mi hermana también colaboran con la empresa.
Jorgelina Martinotti: Mi trabajo es la agricultura. Tenemos 400 hectáreas que trabajo con mi hermano, mi madre y Rubén Aimar; que es un trabajador de muchos años que es parte de la familia.
- ¿Esta es una profesión que se hereda?
J. M: Sin lugar a dudas, el hecho de que la familia tenga campo, es lo que hizo que sea mi profesión hoy por hoy. Tengo imágenes de mi niñez con mi papá saltando entre el trigo y solo se me ve el cabello. Me crié en el campo y lo acompañaba siempre a monitorear.
A.O: Me pasa lo mismo. Mis padres siempre me cuentan la historia de un viaje a la ciudad de Córdoba donde visitamos a una tía que vivía en un edificio y estando al lado del portero, me largué a llorar porque quería volverme al campo, a Quebracho Herrado.
Jorgelina Martinotti
- ¿Sienten que ganaron espacio en las empresas familiares?
- J.M: El trabajo en mi campo es familiar y todas las decisiones se toman en familia. Tenemos un compañero de trabajo, Rubén Aimar que es parte de esto. Si hay que sembrar, fumigar, cargar un camión; me vas a ver corriendo un chimango o si hay que palear soja, lo voy a hacer.
-A.O: Al igual que Jorgelina, el trabajo es con mi papá en el campo y mi hermana mayor que se dedica a la administración rural. Al tener animales, un tambo de 2.500 litros, trabajamos con gente pero todo pasa por decidir entre mi padre y yo. En la cosecha, estoy siempre; pero también con los animales en el tacto, la castración y la vacunación. Lo que hay que hacer, se hace. Para las familias de campo, la mujer es un orgullo.
- ¿Hay limitaciones?
J.M: Las limitantes están en cargar las bolsas de soja, que son de 40 kilos. Necesito que me ayude alguien.
A.O :La industria agropecuaria debería adecuarse a la mujer, con bolsas y bidones que la mujer pueda levantar y llevar.
- ¿Qué les dio la formación como ingenieras agrónomas?
-A.O: Toda la formación técnica, pero un aprende haciendo. Nadie te enseña, por ejemplo, cómo sembrar.
-J. M: La facultad tiene una visión muy teórica y técnica pero cuando te ponés a trabajar en un sistema agropecuario real, todo cambia. En esto tenés que ser polirrubro. La igualdad está en el aula, aunque siempre son más varones que mujeres, pero el problema está cuando la mujer busca ejercer esta profesión.
- ¿A qué te referís Jorgelina?
La mayoría de las mujeres cuando se reciben de Ingenieras Agrónomas, hacen trabajos muy distantes al del campo propiamente dicho. Se dedican a otras tareas cercanas como el monitoreo, la administración rural o la venta de productos. De nuestras compañeras de aula, que éramos alrededor de 50, solo tres nos subimos al tractor o cargamos bolsas.
Anabel Olocco
- Este dato se relaciona con el último censo agropecuario de 2018, donde la provincia de Córdoba tiene el menor margen de mujeres frente a los campos...
- A.O: El trabajo en el campo lo tenés que sentir como una pasión, llevar dentro tuyo porque trabajar en este ámbito es una elección muy personal. La mujer se ganó un espacio que antes era impensado en cualquier rubro, y más en el campo. La mujer es muy detallista y se nota.
- J.M: A veces se piensa que en el campo no hay lugar para la mujer pero sí lo hay. Un ejemplo es en el tambo, donde la labor femenina es más importante que la del hombre y eso se nota en la guachera, donde ella cuida muy bien a los terneros mientras el se encarga de la rutina de ordeñe. En la provincia, el hombre en el campo, sea el que emplea o el que produce tiene una mirada machista sobre la mujer y cuesta reconocer a la mujer en este entorno. Córdoba es más conservadora, con una forma de ser muy diferente a otros lugares del país como en Jujuy, donde la mujer tiene gran importancia en el campo.
- ¿Vivieron alguna situación machista?
- J. M: Me pasó sentir la mirada de los hombres como diciendo, "Y vos, ¿Qué hacés acá?" en reiteradas oportunidades. Recuerdo que una vez estaba fumigando y pedí a un vecino dejar la máquina en su lugar. Le pedí permiso y me dio la espalda, para dirigirse a mi compañero de trabajo. Ante esa situación, me paré enfrente y le dije "Voy a sembrar soja". Desde ese día, se dirige a mí persona.
- A.O: Me pasó de escuchar personas que dicen "Viste que tal no trabaja más en el campo... eso es porque tiene hijas mujeres" y yo me pregunto, ¿Qué tiene que ver? La mujer puede hacer de todo en el campo.