El problema más serio y antiguo
La desocupación tocó uno de sus puntos más altos en agosto y 2,5 millones de argentinos hoy están sin trabajo.
La desocupación subió al 10,6% en el segundo trimestre del año, un punto porcentual por encima de igual período del año anterior, cuando se ubicó en el 9,6%, informó el Indec. El desempleo subió 0,5 puntos en comparación con el primer trimestre del año, cuando se ubicó en 10,1%. La subocupación, que refleja a quienes están empleados pero desearían trabajar más horas, tuvo una fuerte suba y llegó al 13,1%.
Aun cuando las interpretaciones sobre los datos son distintas, la medición deja en claro que la falta de empleo es, desde hace décadas, un problema grave y de difícil solución, al que ningún gobierno le ha encontrado la vuelta. Y que reaparece con crudeza cuando las variables económicas se distorsionan, lo que sucede con frecuencia en la Argentina.
Que es un problema serio y antiguo puede entenderse con una mirada retrospectiva. Por ejemplo, en 2005, la tasa de desocupación era del 13,5%. En aquella ocasión el país salía lentamente de la oscuridad de la brutal crisis de 2001. La reducción continuó pero en un momento el gobierno kirchnerista decidió manipular las estadísticas oficiales y, entonces, no se tuvieron datos fehacientes de cómo evolucionó el problema. De todos modos, la simple observación de la realidad permitía establecer que los vaivenes continuaron. La última medición es la más alta de la actual gestión nacional. Y debe ser correctamente contextualizada, porque responde a una realidad anterior a las Paso, con lo que es posible que la situación actual sea incluso más compleja.
Cuando se habla de las idas y vueltas en este tema, la evolución de los datos de desocupación durante los últimos cuatro años, marca que el desempleo atravesó un breve período de descenso hacia fines de 2016, ubicándose en 7,6%, para luego retomar una tendencia ascendente que volvió a desinflarse en el último trimestre de 2017 con 7,2%. A partir de allí, el crecimiento fue notable. Entonces hoy nos encontramos con 2,5 millones de argentinos sin trabajo.
La cifra debería escandalizar a la sociedad en su conjunto. Pero principalmente a la dirigencia política de todos los signos. Porque en ningún período de gobierno se encontró la solución definitiva para que la economía y la producción pudiesen transitar sobre carriles previsibles y duraderos. Pero fundamentalmente, porque detrás de este porcentaje hay personas, familias, comunidades enteras, que luchan por subsistir.
El trabajo dignifica al ser humano. En efecto, el artículo 23° de la Declaración de los Derechos del Hombre señala que cualquier persona tiene derecho a trabajar, a elegirlo libremente, a condiciones laborales equitativas y satisfactorias y a la protección contra el desempleo. Asimismo, se impuso la idea de que a igual trabajo, igual salario. Y que la remuneración debe asegurar a la persona y a su familia una existencia conforme a la dignidad humana.
El porcentaje de desempleo en la Argentina hace mucho que agrede y daña de manera profunda a un vasto sector de la población.