El músico que no quiso ponerle nombre a la tragedia
Cantante australiano, compositor, poeta. Artista de los que no abundan, de los que tienen muchos rostros, de los que se ensucian las manos rascando los abismos, los de abajo pero también los de arriba. Ante la pérdida de un hijo, el público está ansioso por conocer su respuesta, la forma en que nombrará la tragedia. Pero él, original incluso ante el sufrimiento, rechaza las ofrendas florales, viste de esqueleto un árbol y elige caminar con las manos para no pisar los lugares comunes.
Por Manuel Montali | LVSJ
En "El Padrino" jamás se pronuncia la palabra "mafia". No hace falta. Está ahí, salta a la vista como un chorro de sangre. Nick Cave jamás menciona el nombre de su hijo Arhur en el homenaje que le compuso después de su muerte. Está ahí. En cada nota, en cada palabra, en cada una de las ocho canciones de "Skeleton tree" (Árbol esqueleto), el disco que el músico australiano lanzó contra las nubes en septiembre de 2016.
Arthur, de 15 años, había muerto en julio de 2015 en Brighton, cuando cayó de uno de los acantilados que sobresalen en ese paisaje de la costa inglesa.
Todos los seguidores de los Bad Seeds estaban expectantes por ver la forma en que el cantante despedía a su hijo, siendo justamente un artista tan reconocido por su capacidad poética como por su vocación de innovación constante, un artista sin miedo al barro, al clima de tormenta y a lo oscuro. Siendo además un artista que venía de desafiar -en una de esas acciones que terminan volviéndose proféticas- al mismo firmamento con su disco anterior, "Push the sky away" (Aleja el cielo), un disco lúcido (todo lo lúcido y luminoso que puede salir de la voz de Cave).
Y con "Skeleton tree" demostró que, al no invocar la tragedia de manera explícita, la volvía más presente, más pesada, una fantasía cortazariana que va ganando la conciencia y aplastando todo a su paso, hasta que ya no hay lugar para otra cosa.
Con la potencia de los íconos y las metáforas religiosas, desde la cima del árbol esqueleto como el paisaje que debe haber visto Judas antes de cerrar los ojos, Nick presentó su primera canción, "Jesus alone", para apagar todos los faroles del camino: "Caíste del cielo. Te estrellaste contra un campo". Y así siguió, saltando del acantilado para hundirse todavía más en el fondo de todos los abismos, el abismo.
La gente (ese culto tan especial, casi una parroquia, que Cave ha sabido reunir) que estaba ansiosa por saber qué respuesta artística podían dar los Bad Seeds a lo que no tiene respuesta, se encontró así con un disco que era una noche cayendo en pleno día, un aguacero irregular de piano y voz pesada, arrastrada por el suelo, con sones lejanos de cuerdas y percusiones. Hasta los golpes bajos de Nick pegan alto: "Con mi voz, te estoy llamando. Sentémonos juntos en la oscuridad hasta que llegue el momento". "Sabía que el mundo dejaría de girar en el momento que tú te fueras. Solía pensar que cuando mueres deambulas por el mundo como en un sueño, hasta que te desmoronabas y eras absorbido por la tierra; pero ya no pienso eso". "Nada en verdad es importante cuando la persona que amas se va". Con frases de ese calibre, las canciones tumban como tiros. La más dura de todas, "I need you" (Te necesito), que uno pensaría imposible de ser cantada en vivo, pero que no lo es tratándose de Cave.
El disco resultó estremecedor. Y fue acompañado por un documental sobre el proceso de grabación, titulado "One more time with feeling" (Una vez más con sentimiento), monocromático y devastador como un campo después de un incendio.
Uno de los grandes performers de este mundo, ese australiano flaco y largo como el rey del Halloween burtoniano, Jack Skellington, se reservó al final una sentencia moriacasanesca: "Si quieres sangrar, sangra". Convencido de que sus dioses ya no lo sobrevivirían, Nick clavó una rama del árbol esqueleto en el ojo del huracán y removió el temporal, haciendo renacer el mundo. Un par de años más tarde, en 2019, terminaría de darle forma a su mutismo sobre la pérdida con otra joya, el disco doble "Ghosteen" (juego de palabras que significaría algo cercano a "Fantasmita"), una celebración de la vida desde el arte algo cursi de tapa, que se condensa en una frase: "Este mundo es hermoso".
Y para quienes lo quisieron más explícito, Cave tiene desde hace un buen tiempo un sitio (https://www.theredhandfiles.com) en el que responde preguntas y comentarios de los fans. En muchos casos le consultan qué hacer con el sufrimiento, como si fuera un gurú con algunos pergaminos más que certificados. Y él, en cierta oportunidad, respondió que con el sufrimiento se pueden hacer solo dos cosas: convertirlo en otra cosa o traspasarlo a los demás. Para lo primero hay que reconocer que todas las personas sufren, lo que convierte a este sentimiento en "la fuerza unificadora universal". Ver a las personas con más compasión, y actuar conforme a ello, "es un acto alquímico que transforma el dolor en belleza". Transmitir el dolor a otros es el padre de todos los pecados. "Esto no está bien. Esto no es hermoso", aclara, y concluye: "La utilidad del sufrimiento, entonces, es la oportunidad que nos brinda de convertirnos en mejores seres humanos. Es el motor de nuestra redención".
"Hollywood", la última canción de "Ghosteen", aborda la leyenda de Kisa Gotami, quien acudió a Buda para que la ayudara a revivir a un hijo que había perdido y del que no quería desprenderse. El gran maestro le dijo que podría ayudarla si le llevaba un grano de mostaza. Fácil. Pero con una condición: debía provenir de una casa en donde no hubiera muerto nadie. El final es predecible. Muy pronto, tras recorrer algunos hogares, Kisa entendió que todos habían perdido a un ser querido. No estaba sola. Se despidió de su hijo y lo enterró.
En "El Padrino" jamás se pronuncia la palabra "mafia". En "Skeleton tree" o "Ghosteen" nunca se menciona a Arthur. No hace falta. Está ahí, incluso cuando ya no está, transformado en belleza para el mundo.