El libro que fue un éxito pero generó el repudio de su autora
Una joven de 16 años publica un libro que se convierte en best seller. En su escuela no están muy contentos con su logro y deciden expulsarla. ¿El motivo? Es 1929 y la obra trata sobre actividades "extracurriculares" en un colegio de internados.
Por Manuel Montali | LVSJ
Carman Dee Barnes tenía 16 años cuando publicó su primera novela en Nashville, Tennessee. Heredaba su apellido de un padrastro, y las letras de su madre, una poeta y narradora folclórica. El libro se llamó "Colegiala". Era el año 1929 y el mundo se empezaba a quebrar por la crisis bursátil. Pero su éxito fue tan rotundo, inmediato, como escandaloso.
La obra se explayaba sobre los días (y las noches) de un grupo de alumnos en el internado de un colegio, situándose un poco más al extremo de la tradición aséptica del sinfín de libros sobre colegiales. Pensemos en narraciones como "Juvenilia", con travesuras inocentes. O las páginas empalagosas de "Corazón". Incluso otras como "Vamos a calentar el sol", con una mirada tierna y nostálgica de la infancia. Qué decir, más de esta parte, de un "Harry Potter", donde hay maleficios terribles y asesinatos a gran escala, pero nadie se da más que un beso.
No, en 1929, esta jovencita de 16 años lanzaba una novela en donde se contaba el despertar sexual de la colegiala Naomi Bradshaw, incluyendo episodios con sus compañeras y otras yerbas difíciles de digerir para el contexto de la época (y para nuestro contexto también, que no nos hemos despegado tanto del siglo XX, aunque hoy Tennessee acoja con orgullo a una Miley Cyrus capaz de romper más de un tabú). La autora decía que no era autobiográfica ni sobre ninguna persona en particular, pero que sí reflejaba la vida "como ella la veía".
Una joven de 16 años, oriunda de la "Ciudad de la música" estadounidense, publicando un éxito editorial. Podría haber sido una proeza. Probablemente lo fue. Pero los directivos de la institución a la que concurría la jovencita Carman en ese momento (la Escuela Gardner de Nueva York) no lo entendieron así. Lejos de solazarse con su despertar literario, se horrorizaron por el otro despertar que narraba el libro. Entonces, la expulsaron. Tal vez, de esa manera, lo que la jovencita contaba que pasaba en el internado, así fuera en el terreno de la ficción, dejaría de pasar, o nunca habría ocurrido en esa escuela neoyorquina. Que lo indecible se quedara en el sur.
La precoz carrera literaria de Barnes igual siguió adelante, aunque no logró repetir la masividad de "Colegiala". Intentó romper otras reglas, lanzando una novela narrada en segunda persona del singular y bajo la tesis de que las mujeres no deben postergarse por los hombres ("Beau Lover", en 1930), o metiéndose con una sátira a Hollywood en "Madre, ¡ten cuidado!" (1932). Retomó las andanzas de Naomi Bradshaw en "Mujer joven" (1934) y su última novela fue "Tiempo acostada" (1946), donde abordó una dinastía familiar con cruces cronológicos que a algunos críticos les recordó a "El ruido y la furia" de William Faulkner.
La segunda mitad del siglo la encontró establecida en Austria. Tenía menos de 40 años y un talento probado. Pero no volvió a publicar nada más. Sufrió distintas crisis a partir de 1952 y afrontó todo tipo de terapias, muchas con métodos alternativos (choque con insulina y psicoterapia). Murió en Salzburgo en 1980.
"Colegiala" se hizo obra de teatro y pasó algunas veces por las tablas de Broadway. Estuvo lejísimos de la sensación generada a nivel literario. Se compraron los derechos para hacer la película, pero nunca llegó a la pantalla.
Ya se sabe que Dios obra de manera misteriosa. O bien, todos tenemos inclinación por la apofenia, por buscar conexiones donde en realidad no las hay. Naomi Bradshaw le valió a su creadora ser expulsada de una escuela en Nueva York. Fue otra Bradshaw de ficción, Carrie, ya en nuestra época, quien pudo disfrutar del éxito de contar historias de sexo en la "Gran Manzana". Es casi seguro que no hay ninguna relación ni homenaje de la segunda para con la primera. Lo cierto es que la realidad supera la ficción, pero a veces no está preparada para ella.