El fracaso más grande
El dramatismo que reflejan las estadísticas debe ser justipreciado como corresponde. El asunto constituye una emergencia que debe ser atendida con estrategias innovadoras y distintas a las utilizadas.
La pobreza afecta al 35,4% de la población, el índice más alto de la gestión de Mauricio Macri, según cifras correspondientes al primer semestre, con lo que en el país hay 15,8 millones de personas en esa situación. De acuerdo a este indicador del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en los últimos doce meses, la cantidad de pobres aumentó en 3.250.000 habitantes.
Duele comprobar que el retroceso económico del país arrastró a situaciones difíciles, algunas directamente vinculadas con la supervivencia, a millones de argentinos. Porque detrás de este porcentaje doloroso existen personas, familias que son víctimas del mayor fracaso de los gobernantes. Los actuales por cierto. Pero también los que anteriormente tampoco pudieron resolver este drama.
Por eso no basta que ministros del gobierno nacional salgan a aclarar que los resultados en esta materia "no fueron los que esperaban". Está a la vista que así ha sucedido. Cualquier observador más o menos atento dará cuenta de personas que se ven obligadas a encontrar tareas de emergencia para conseguir algunos recursos, mientras que otros directamente deben acudir a la solidaridad para llevar algo de pan a su mesa.
La pobreza, no solo la económica, es una violación flagrante de la dignidad de una persona. Sin recursos para subsistir, sin capital cultural para procurar una salida, sin educación de calidad y sin posibilidades de acceder a infraestructura básica, millones de argentinos hoy se ven privados de desarrollar sus capacidades. El círculo vicioso que provocan las necesidades mal satisfechas o las restricciones de todo tipo termina por convertirse en una espiral de la que es difícil salir.
Es verdad que en muchas ciudades se ha mejorado la infraestructura básica en materia de servicios gracias a la labor de los distintos niveles de gobierno. Agua potable, cloacas son ejemplos de que se ha mejorado en este punto básico para mejorar condiciones de salubridad e higiene. Pero está a la vista que no basta. La ineptitud para frenar un fenómeno como la inflación también es visible. Y, con ello, la imposibilidad de encontrar caminos de superación del estado de pobreza.
El dramatismo que reflejan las estadísticas debe ser justipreciado como corresponde. El asunto constituye una emergencia que debe ser atendida con estrategias innovadoras y distintas a las utilizadas. Porque la prebenda y el clientelismo político forman parte del problema y no de la solución. Millones de argentinos tejen su vida con la experiencia denigrante que supone el dolor de no poder satisfacer sus necesidades elementales. La pobreza es el mayor fracaso se repite. Vaya si lo es.