“El conurbano es lo primero que se rompe cuando pasa algo en el país, allí cruje todo”
Carlos Tissera, presidente de Cáritas y hoy obispo de Quilmes, analizó la grave situación social. "En Argentina nos acostumbraos a hablar de la pobreza y no hablamos de los pobres", dijo instando a ver un rostro detrás de cada número.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
El exobispo de San Francisco y actual prelado de la diócesis de Quilmes, en Buenos Aires, y presidente de Cáritas Argentina, Carlos José Tissera, visitó este lunes la ciudad para participar de los actos litúrgicos por la celebración de San Francisco de Asís.
Tissera tiene 70 años y en los últimos 10 permaneció al frente de la diócesis de Quilmes desde que asumió el 17 de diciembre de 2012, procedente de la diócesis de San Francisco. Nacido en Río Cuarto en 1951, fue ordenado obispo el 6 de febrero de 2005 y el 27 de febrero del mismo año asumió su tarea pastoral en nuestra ciudad, donde permaneció durante 7 años.
En el marco de su visita, monseñor Tissera dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO para analizar los desafíos que el país tuvo que afrontar en estos años, profundizados por los efectos de la pandemia.
-¿Qué significa para usted, como exobispo de San Francisco, la celebración del 4 de octubre?
Es una fecha muy especial. Yo estuve como obispo de la diócesis de San Francisco durante 7 años, más allá de que fui un devoto de San Francisco de Asís desde siempre. Es una ciudad que tengo siempre presente por el recuerdo de esos momentos muy lindos que viví allí y en toda la diócesis.
-¿Cuándo fue su última visita a San Francisco?
Estuve hace tres años en una reunión de Cáritas que se realizó en la Villa Concepción del Tío y una noche dormí en el Obispado.
-¿Cómo encontró su antigua casa?
Muy bien, todo está muy lindo y me trae muchos recuerdos. Fue muy emotivo entrar a la casa en la que yo viví durante todo el tiempo en el que estuve en la diócesis de San Francisco como obispo.
-Desde que concluyó esta experiencia en nuestra ciudad ha tenido que afrontar una responsabilidad muy grande en una diócesis como la de Quilmes a lo que luego se sumó la presidencia de Cáritas Argentina. ¿Cómo fue ese cambio?
Me acuerdo de mi despedida de ustedes cuando decía que en mi paso por San Francisco había aprendido a ser un obispo rural y ahora me tocó aprender a ser un obispo urbano. Todo aquí es plena ciudad, urbe, el cinturón del conurbano bonaerense donde hay muchas necesidades. El conurbano es lo primero que se rompe cuando pasa algo en el país, allí cruje todo.
-En situaciones como esta, sumado al efecto del Covid, ¿cómo ha sido todo este tiempo para desarrollar su tarea pastoral en esa zona?
Se han vivido momentos de mucho dolor, mucho sufrimiento y desesperanza. En todo el mundo la pandemia ha sido un gran desafío. La pandemia nos está enseñando a ser más humanos, como la enseñanza del propio San Francisco de Asís que nos llama a ser hermanos. Estos diez años en Quilmes han sido de un aprendizaje muy grande para mí.
- La pobreza es un drama sin fin, que crece y afecta a casi 18,6 millones de argentinos. ¿Cómo analiza esa situación que se evidencia aún más en la zona donde usted ejerce su tarea pastoral?
En primer lugar, debo decir que en nuestro país nos hemos acostumbrado a hablar de la pobreza y no hablamos de los pobres, de las personas. Eso es muy importante porque la misión de la Iglesia pasa por abordar a las personas concretas. Eso es lo que también procura hacer Cáritas, creando vínculos entre la sociedad y los que sufren, los excluidos, los descartados del sistema.
-¿Cómo evalúa ese sistema en el que está hoy inmersa la humanidad?
Claramente no funciona y además hace que cada vez haya más pobres. Las riquezas han quedado cada vez más en pocas manos al mismo tiempo que crecen las masas de gente descartada. A esta altura resulta muy doloroso que tengamos problemas de hambre en el mundo y por otro lado, se advierte el crecimiento de las corrientes migratorias que suceden en épocas de grandes hambrunas. De hecho, San Francisco es lo que es hoy como consecuencia de esas corrientes migratorias que salieron desde Europa. Hoy se dan de modo escandaloso esas corrientes compuestas por millones de personas que, con una mano atrás y otra adelante, van por todos lados. Es un escándalo esto dentro de un sistema que además tiene un gran desarrollo tecnológico e industrial, pero es incapaz de solucionar el problema de tanta gente que no tiene siquiera para comer.
Nuestro país está viviendo muchas de estas cosas, a veces menguadas por ciertas circunstancias y agravadas en otras. Desde Cáritas procuramos estar al servicio de las personas que sufren las consecuencias de la pobreza, siempre acompañando a través de su propio trabajo, mediante el descubrimiento de lo que cada uno es capaz de realizar. Cáritas no busca ser una institución de limosnas, sino que trabajamos para fortalecer la dignidad de las personas dándoles los medios para que puedan ser protagonistas de su propia vida.
-¿Considera que desde la dirigencia política se hace lo suficiente para intentar acabar con la pobreza?
Se hace, pero es muy poco. No obstante, hay que tener en cuenta que atravesamos por una pandemia que ha sacudido el mundo. En la dirigencia política argentina hay de todo, pero si hablamos de quienes hoy ocupan puestos de gobierno están los que se ocupan y tienen en cuenta un montón de cosas mientras que otros solo están ocupando un cargo. En ese contexto creo que la mayoría de los dirigentes están preocupados por la situación actual. En los ministerios se encuentra a personas más accesibles y otras no tanto porque tienen otras miradas que no son tan integrales como lo que uno espera para los pobres. Como dirigente eclesiástico, dentro de mi diócesis de Quilmes nos hemos visto en figurillas para llevar adelante todo el trabajo que se realiza en las parroquias, las capillas y la vida espiritual de la gente, acompañándolos en sus necesidades. En ese contexto hemos tratado de hacerlo lo mejor posible, aunque seguramente ha sido insuficiente para muchos.
Monseñor Tissera, hoy participando de la misa en la Catedral. | Foto: Marcelo Suppo | LVSJ
-Teniendo en cuenta la figura de San Francisco de Asís, una persona que eligió la humildad por sobre la comodidad de gozar de los beneficios de su propia fortuna, ¿qué enseñanza le deja la elección de vida del santo, en momentos en que la pobreza lastima tanto?
El secreto de la vida de San Francisco de Asís es su gran austeridad. Él fue un hombre que se identificó plenamente con Jesucristo. La esencia de su vida fue su amor profundo a Jesús que lo llevó a descubrir cuánto lo amaba Jesús. Rescato mucho su presencia en medio de los pobres y en ese marco la identificación con Jesús fue tan plena que lo muestra como un santo actual porque de eso se trata la vida de un cristiano, siguiendo a Jesús en todo momento. San Francisco lo hizo con los medios que tenía a su alcance y hoy seguramente a Jesús habría que seguirlo de otra manera. Creo que el Papa Francisco es el que mejor encarna la manera de transmitir quién es San Francisco de Asís.
El Papa Francisco nos ha dado las líneas de comportamiento y en su encíclica "Fratelli Tutti" abarca todo el espectro de evangelización de modo que allí están las líneas maestras de la espiritualidad franciscana. A esto hay que sumarle los gestos de Francisco como Papa que nos muestra cuál ha sido el espíritu del santo de Asís, enamorando los corazones de los jóvenes que en la rebeldía de un mundo tan injusto que nos toca vivir encuentran en Francisco alguien que, con sus ideales, quiere transformar la realidad y eso lo hace con la fuerza del Espíritu Santo que nos comunica Jesús.