El Congreso en un año electoral
La ceremonia de cada 1 de marzo tiene dos costados contradictorios en la ciudadanía. Por un lado, la naturalización de esta actividad como signo de estabilidad democrática y vigencia de las instituciones, lo que le quita algo de interés puesto que se trata de una práctica habitual. Por lo mismo, queda en evidencia el desinterés de una buena porción de la gente por este acto cívico.
El presidente de la Nación tendrá a su
cargo la apertura del 137° período de sesiones ordinarias del Congreso hoy
viernes. En la ocasión, como es de rigor, pronunciará un mensaje en el que
supuestamente anunciará las medidas de gobierno para este año. Es la cuarta vez
que Mauricio Macri habla frente a la Asamblea Legislativa. Pero ésta es una
circunstancia más que especial puesto que se trata de un año electoral, en el
que el propio mandatario anunció que intentará la reelección en octubre
próximo.
La ceremonia de cada 1 de marzo tiene dos costados contradictorios en la ciudadanía. Por un lado, la naturalización de esta actividad como signo de estabilidad democrática y vigencia de las instituciones, lo que le quita algo de interés puesto que se trata de una práctica habitual. Por lo mismo, pero en sentido contrario, queda en evidencia el desinterés de una buena porción de la gente por este acto cívico.
Puede recurrirse a varias explicaciones acerca del fenómeno de la apatía de la opinión pública frente a una manifestación palpable de vida democrática. Una de las principales se relaciona con la pérdida de credibilidad que la clase política en su conjunto se ha sabido ganar. Cada presidente que pasó por el Congreso en los últimos años ha pintado un cuadro de situación que, si no era real en el mismo momento, el tiempo se encargó de desmentir. No se trata de partidos o de ideología, sino de frases de discursos que a poco de andar se demuestran falaces o superadas por los acontecimientos.
Basta recordar que el año anterior, el actual presidente había afirmado que "lo peor ya pasó y ahora vienen los años en que vamos a crecer". La brutal recesión instalada en el país meses después desacreditó cualquier referencia que pudo hacer el primer mandatario en la anterior inauguración de las sesiones del Parlamento.
En este contexto, la ceremonia de cada 1 de marzo merece ser respetada aun cuando sea una instancia más de expresión de las diferencias políticas que agigantan la grieta social y cultural. En este punto, los parlamentarios deberían predicar con el ejemplo, demostrando convicción democrática, respetando la libre expresión del que piensa distinto y entendiendo que hacer política no significa agresión ni insulto. Al mismo tiempo, los que ejercen la política como profesión, título de un escrito de Max Weber en el que cuestionó esta manera de entender la actividad puesto que "significa horadar lenta y profundamente unas tablas duras con pasión y con distanciamiento al mismo tiempo".