El blindaje frente a la emergencia
Blindar a la población para que los contagios no sean masivos y frecuentes parece ser la única estrategia válida hasta el momento, en virtud de que aún no existen instancias como las vacunas o antibióticos eficaces. Pero llevar tranquilidad y fomentar la serena reflexión son también acciones necesarias que deben ser llevadas adelante al igual que todas las restricciones anunciadas.
A tono con las medidas drásticas que se están adoptando en el mundo entero frente a la pandemia ya declarada por la circulación del coronavirus, la municipalidad de San Francisco tomó decisiones también contundentes que modificarán de manera sustancial la vida de los sanfrancisqueños, al menos durante las próximas semanas.
Es lógica esta última aseveración luego de constatar que los decretos del intendente disponen la prohibición de todo tipo de espectáculos deportivos, culturales, ferias, circo, cines, casas de juego, recitales, ferias, museos, boliches, pubs, locales bailables e inclusive misas en los templos. También, la medida recae sobre casamientos, cumpleaños y otras reuniones sociales que aglomeren personas.
Asimismo, medidas de desinfección con alcohol e higiene en puertas, changos y otros elementos de uso común en supermercados, hipermercados, y locales comerciales, así como en hoteles, gimnasios, peluquerías, centros estéticos, entre otros comercios. En estos lugares se prohíbe compartir mates, vasos y otros intensillos. Además, los comedores, parrillas, bares y confiterías deberán respetar una distancia de 2 metros para la ubicación de mesas y restringir la cantidad de personas que ingresen a los locales. El transporte público también tendrá un régimen de higiene y desinsectación. Esta serie de disposiciones establece licencia especial para empleados municipales que hayan viajado a los países de alto riego y mantener la cuarentena como lo establece en los otros casos. Por último, se sugiere, salvo en caso de emergencia, no concurrir a clínicas, centros asistenciales, y geriátricos.
Sin dudas, las próximas semanas serán muy distintas en la ciudad. Como también lo están siendo en el resto del país y del mundo. La modificación de hábitos y costumbres es una necesidad para enfrentar la emergencia. Blindar a la población para que los contagios no sean masivos y frecuentes parece ser la única estrategia válida hasta el momento, en virtud de que aún no existen instancias como las vacunas o antibióticos eficaces, según admiten los especialistas.
Esta situación acarrea también otras problemáticas que merecen ser tenidas en cuenta. El estrés que genera la profusión informativa sobre el tema puede ser la génesis de un temor generalizado que estaría a un paso de transformarse en pánico. La palabra pandemia, por sí sola, origina sensaciones y emociones que llevan a las personas a un estado de ansiedad. Esto puede conducir a la existencia de conductas obsesivas que exageran preocupaciones e incluso lastiman las relaciones entre las personas.
Es preciso, entonces, explicar de manera clara y eficaz cada una de las medidas que se adopten, enfatizando que se trata de prevención, de anticipación y no de respuesta a una catástrofe sanitaria, otro concepto adjetivado que remite al origen del temor y la incertidumbre. Blindar a nuestra comunidad frente a la emergencia supone actuar como se lo está haciendo. Pero también exige apelar la tranquilidad, disminuir la sensación de zozobra y recurrir a eficaces métodos comunicacionales para evitar la dispersión de esfuerzos, los rumores infundados y las noticias falsas que, en situaciones como éstas, se esparcen fácilmente.Llevar tranquilidad y fomentar la serena reflexión son acciones necesarias que deben ser llevadas adelante al igual que todas las restricciones anunciadas.