El banco, una comodidad que pobló las veredas y se rehúsa a desaparecer
Aunque tuvieron su auge en la década del 20, durante sucesivos años muchos sanfrancisqueños colocaron un banco -de cemento o madera, en su mayoría- afuera de su casa. Sin embargo, esta costumbre fue desapareciendo, aunque los que resisten, son muy bien aprovechados por sus dueños.
Para muchos es o fue una costumbre, un hábito casi de pueblo que marcó a varias generaciones. El banco, ese mueble que resiste en muchas veredas de nuestra ciudad, aún se observa en algunas viviendas, sobre todo en aquellas cuya construcción data de varias décadas pasadas.
Su utilidad, más allá de las nuevas modas, permanece intacta y sigue estando a la vista de quienes circulan por las calles a diario. Su punto cumbre se produce cuando el sol comienza a esconderse, en los atardeceres de verano.
La cantidadde bancos dispersos por San Francisco fue decayendo, es verdad. De todas maneras, siguen siendo un aporte icónico en la arquitectura de casas antiguas, cuyo frente era embellecido con este mueble de características nobles.
Los materiales usados para su construcción eran variados y fueron modificándose con el paso del tiempo. Primero de madera, luego de cemento, de mármol y hierro. También eran diversos sus colores y la comodidad que estos proporcionaban.
Un poco de historia
Los primeros bancos en la ciudad se remontan a la década del 20 y en sus primeros 30 años eran una marca registrada de las familias de mayor poder adquisitivo. Luego, con los años, la costumbre se fue generalizando, poblando así más veredas.
El presidente de la Fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región, Arturo Bienedell, contó a LA VOZ DE SAN JUSTO que "colocar el banco fuera de las casas fue una iniciativa que llegó a la ciudad en la década del 20. Eran bancos de madera generalmente. En los primeros años, alcanzó a la gente con mayor poder adquisitivo, que se ubicaba sobre los bulevares".
"Ya en las décadas del 30 y 40 en adelante, comenzaron a incorporarse bancos de mármoles y de material", agregó.
Y continuó: "La idea era tener un sitio fuera de la casa para sentarse en un momento de descanso. Era una costumbre en la época de mucha otra gente que no tenía banco, salir a sentarse con sillas y sillones, a pasar el rato en la vereda".
Testigo de amores jóvenes
También recordó Bienedell que por aquellos primeros años, el banco "era un sitio especial para los novios, para que pudieran estar a solas y afuera de la casa de la familia del novia. Allí podían estar un rato solos o más tranquilos y también a la vista de todos. Era muy cuidado todo el tema".
Por último, manifestó que "actualmente fueron desapareciendo y la gente que los tiene, mayoritariamente, es porque ya estaban con anterioridad en la vivienda".
Kariuna y sus hijos disfrutan las tardes en el banco del frente de su cas
Compañía del mate
En la puerta de su vivienda, Karina, acompañada por sus hijos, recibió a LA VOZ DE SAN JUSTO y explicó que el banco "se utiliza mucho, por lo general a partir de las 20, cuando baja el sol, siempre estamos sentados en él, fuera de casa, tomando mates", reafirmando su rol socializador.
Luego añadió: "Acá somos muchos en la familia. Además del banco sacamos a la vereda las reposeras, los banquitos y una mesita, ¡sacamos todo afuera!", contó entre risas.
Y agregó que "tengo hijos adolescentes y por la noche se juntan, después de cenar, acá afuera".
Karina se refirió a los hechos de inseguridad, una de los argumentos a la hora de hablar de su extinción en los frentes de las viviendas.
"Hace tres años que estamos en esta casa y nunca pasó nada, nunca tuvimos problemas", dijo.
Graciela y su hermano comparten largas charlas en ese banco testigo de la historia familiar
Un bien de
familia
Por su parte, Graciela, contó una particular historia familiar vinculada al banco que se ubica en la vereda de la casa en la cual vive su mamá, casa en la que nació. La emoción se detalla en cada palabra, el recuerdo la marcó al igual que a sus hermanos.
"Hace 22 años exactos, mi papá compró el banco que está actualmente en la vereda. Anteriormente teníamos otro, del lado derecho del frente de nuestra casa, cuando colocó el banco nuevo lo hizo en la izquierda", comentó.
Y precisó que el banco que compró y colocó su padre, no ha sufrido modificaciones, "la madera es la misma, la pintura también, nunca tuvo retoques".
Asimismo, Graciela de recordó que en "esta casa toda la vida hubo un banco. Nunca estuvo un día sin un banco. Mi papá, 22 años atrás, como el banco que teníamos ya no daba más y salíamos todos los días a sentarnos afuera, temía que se rompiera con nosotros arriba. Por eso compró este nuevo banco".
"Cuando estábamos acá en casa no decíamos vamos afuera o vamos a la vereda, decíamos vamos a sentarnos al banco. Siempre fue así. Todavía ahora, cuando vienen mis hermanos en los veranos, siempre los utilizamos", cerró.
La cuadra de Libertador Norte, entre Belgrano y Cabrera, aún conserva
varios bancos antiguos
"Invita a charlar; apela a la buena vecindad"
La arquitecta local y referente en materia de patrimonio histórico, Aurora Bruno, brindó detalles importantes a la hora de comprender el rol de los bancos afuera de las casas. "Es un equipamiento muy amigable. Invita a charlar, a socializar, es un punto de encuentro. Es muy humano, apela a la buena vecindad", remarcó.
Con respecto a la tendencia arquitectónica que supo generalizarse, la entrevistada indicó: "Estaban enfrente de las casas. Era un elemento que ponía el propietario y a la noche era muy común que en toda la cuadra saliera de su casa, se sentaran allí y charlaran con otras familias. En tanto, se fue perdiendo por muchas razones".
Igualmente, Bruno destacó la importancia de que se ubiquen en "un espacio semipúblico como lo es la vereda" los bancos que aún siguen en pie en San Francisco.
Posteriormente, explicó un ejemplo, a modo comparativo, de lo que significaron estos armónicos muebles: "En muchas plazas se han provisto sectores con bancos de madera para promover el intercambio entre la gente. Ese era el sentido que tenían los bancos años atrás, hoy se trasladó más a las plazas".
También enfatizó que "cumplen una función muy importante. Se usan mucho. A veces duele ver que no se tenga conciencia de mantenerlos en estado, da pena que a veces le hagan daños".