El acuerdo de libre comercio con Chile
Pese a los reparos de ciertas posiciones ideológicas anquilosadas, no existe mejor modo de alentar el crecimiento que a través de un comercio libre, que incluya numerosos otros aspectos que potencien las relaciones entre los pueblos y que se haga extensivo a una amplia región.
Hace algunos días, el Senado de Chile aprobó el acuerdo de libre comercio con la Argentina, que fue ratificado así por ambos Congresos. Entonces, dentro de los próximos 90 días ambos gobiernos tendrán la misión de poner en marcha un nuevo ámbito legal que permitirá una relación mucho más estrecha con el país trasandino.
Es más, el acuerdo puede transformarse en un hecho trascendente que vendría a modificar décadas de recelos y embestidas verbales que para nada ayudaron al crecimiento de la región y que hicieron, por ejemplo, que Chile se "corte solo" en muchas iniciativas socioeconómicas de aplicación exitosa, alejándose de los vaivenes que ha tenido la Argentina en esta materia. Por esto, pueden ser calificadas de trascendentes las palabras del presidente Piñera en su última visita a nuestro país en ocasión de la reunión del G20: "El afecto que une a argentinos y chilenos se tiene que transformar en hechos concretos, que nos mejoren la vida a todos y permitan que alcancemos el desarrollo y derrotemos definitivamente a la pobreza".
El acuerdo comercial que había sido firmado el 2 de noviembre de 2017 por Argentina y Chile sostiene que en adelante se agilizarán las inversiones recíprocas, creando nuevas oportunidades en distintos sectores proveedores de servicios, así como para el comercio electrónico y la promoción de la agenda medioambiental, laboral y de género en el comercio bilateral, pilares del desarrollo sostenible e incluyente.
La implementación del tratado tendrá efectos inmediatos y otros a mediano y largo plazo, según los analistas. De manera pronta, por ejemplo, se suprimirá el roaming telefónico, los trámites de exportaciones e importaciones serán más simples. En el mediano plazo el objetivo es imponer una mayor circulación comercial de un lado y otro de la Cordillera de los Andes y se podrá el comercio argentino dirigido a Asia con muchas más facilidades. Asimismo se incrementarán las exportaciones de gas al vecino país y a largo plazo se prevé una articulación con la Alianza del Pacífico.
La consolidación de este proceso tendrá un efecto mucho más perentorio si la Argentina y Brasil consiguen avances en el intento de destrabar la realidad actual del Mercosur. La reunión de los presidentes Macri y Bolsonaro puede ser un punto de inflexión en este aspecto, siempre y cuando nuestro país deje de vivir erráticamente en materia económica y el nuevo régimen brasileño adquiera alguna previsibilidad.
Las perspectivas, entonces, son positivas, incluso para una región como la nuestra, que integra el mentado pero nunca alentado corredor bioceánico. Pese a los reparos de ciertas posiciones ideológicas anquilosadas, no existe mejor modo de alentar el crecimiento que a través de un comercio libre, que incluya numerosos otros aspectos que potencien las relaciones entre los pueblos y que se haga extensivo a una amplia región.