Debilitación de la democracia en América
Este fenómeno parece agravarse como consecuencia de la pandemia del coronavirus que ya se ha cobrados centenares de miles de vidas, destruido la perspectiva de crecimiento económico en todos los países y, al parecer, está horadando las bases de las instituciones democráticas en algunas naciones como consecuencia del accionar discrecional que algunos gobiernos han comenzado a manifestar, aprovechando por supuesto las condiciones de aislamiento obligatorio en las que se encuentra sumida la población.
No son pocos los observadores internacionales que están advirtiendo acerca de los problemas que enfrenta la democracia en todo el continente americano. Desde los Estados Unidos, teniendo en cuenta el particular liderazgo político de un presidente bastante particular y egocéntrico hasta el extremo sur, muchas son las peripecias que están padeciendo las instituciones.
Este fenómeno parece agravarse como consecuencia de la pandemia del coronavirus que ya se ha cobrados centenares de miles de vidas, destruido la perspectiva de crecimiento económico en todos los países y, al parecer, está horadando las bases de las instituciones democráticas en algunas naciones como consecuencia del accionar discrecional que algunos gobiernos han comenzado a manifestar, aprovechando por supuesto las condiciones de aislamiento obligatorio en las que se encuentra sumida la población.
Un artículo publicado en el diario The New York Times y firmado por el periodista estadounidense de origen ruso, Anatoly Kurmanaev, expresa que "desde el centro-derecha hasta la extrema izquierda, los líderes han usado la crisis como excusa para extender sus mandatos, debilitar la vigilancia a las acciones gubernamentales y acallar a los críticos, medidas que bajo otras circunstancias serían descritas como autoritarias y antidemocráticas pero que ahora se presentan como acciones salvadoras, necesarias para detener la propagación de la enfermedad".
El escrito abunda en ejemplos que van desde Venezuela, pasando por varios países del Caribe, hasta Bolivia, Brasil e incluso la Argentina y algunos aspectos de los Estados Unidos. Demuestra que no se trata de una cuestión ideológica, sino del debilitamiento de la conciencia democrática producto de la recurrencia de las crisis económicas -acentuadas durante la pandemia-, la corrupción, el mesianismo y los abusos contra los derechos humanos. "No es un asunto de izquierda o de derecha, es una disminución de la democracia en general en toda la región", afirmó Alessandra Pinna, investigadora para América Latina en Freedom House, una organización con sede en Washington que monitorea las libertades políticas globales.
El riesgo de perder los avances que se habían producido en las últimas décadas se acentúa con la incertidumbre y la convicción de muchas sociedades en el sentido de que las instituciones son fácilmente manipulables por algunos líderes autoritarios, mientras que los que se mantienen fieles a los principios democráticos tienen serias dificultades para resolver problemas económicos que generan desigualdad, para apaciguar la sensación de indefensión por el accionar de la delincuencia y el narcotráfico y para castigar la corrupción que, en muchos países, es un fenómeno estructural. La crisis sanitaria ha profundizado estos procesos de descomposición.
Quedan, afortunadamente, algunos bastiones en los que la democracia mantiene vigencia. Uruguay y Costa Rica son los dos países más nombrados. En ambos, la respuesta a la pandemia ha sido exitosa. Esto dejaría demostrado que el respeto a los principios democráticos y la responsabilidad en el ejercicio de la libertad permiten afrontar crisis tan duras como la que está viviendo la humanidad. Y coloca en "offside" a los que ponen como excusa al virus para acometer con restricciones a veces inauditas o para ignorar las consecuencias sanitarias. En todo caso, se hace evidente el intento de aprovechar la oportunidad para fortalecer posturas autoritarias.