Chizzo, el bull terrier que tuvo una segunda oportunidad
Hace cinco años, lo consideraron un perro peligroso; hoy es la mascota de Gonzalo, que tras la experiencia de "recuperarlo", asegura que una raza, por sus atributos físicos y su carácter temperamental, no determina si hay peligrosidad o no; el entorno social y la educación, sí.
Un alumno atacado por un perro durante un recreo en los últimos
días puso sobre el tapete, nuevamente, un tema que enfrenta opiniones sobre su
potencial peligrosidad y cómo los humanos se relacionan con estos animales.
En muchos casos, la agresión de cualquier perro hacia una persona no encuentra otro final posible que el sacrificio del animal. Pero, ¿un perro que atacó puede reinsertase en un hogar o comunidad y volver a convivir con personas? La historia de Chizzo, un bull terrier de 6 años que hace 5 atacó a su dueña y luego a un adiestrador, demuestra que sí.
Cuando un segundo adiestrador, Gonzalo Orellano, recibió a Chizzo en su casa de barrio Roca, sabía que sería todo un desafío, ya que la "mala educación" que el perro había recibido de sus amos, demandaba un arduo trabajo.
Hoy, cinco años después, el mismo perro blanco y negro que había atacado está tranquilo, y más allá de que su robustez intimide, no hace más que aceptar las caricias de Orellano y de quien visitamos su casa. Atrás quedó su pasado como perro agresivo.
"El bull terrier es una raza dominante, con carácter, que marca su espacio", lo describió Gonzalo, su dueño ahora.
Orellano sostiene que "un perro no se convierte en agresivo por recibir maltrato solamente; a veces, se puede volver peligroso por el exceso de afecto y falta de límites".
Afirma que "la primera advertencia antes de la mordida es el gruñido" y que los dueños de razas consideradas peligrosas "siempre cuentan lo que hacía el perro pero no lo que hacían ellos" con él.
No hay perros buenos o malos
Razas como pitbull, rottweiller o doberman son consideradas peligrosas, incluso por la ley, pero para Orellano, se trata de una condición impuesta por los humanos. "Todos los perros son agresivos en sí, pero que sean peligrosos es una creación del humano que los educa. El grado de peligrosidad varía en cuanto a su tamaño y raza", explicó.
Para el adiestrador, "ningún animal es bueno o malo, porque eso sería clasificarlo en base a conceptos humanos. En el mundo animal no hay modalidades. Para la gente, el perro es bueno cuando no provoca y no hace nada pero capaz que el animal se lastima a sí mismo y está con estrés".
Ejercicio, disciplina y afecto
Para recuperar a Chizzo, Orellano aplicó la técnica de ejercicio, disciplina y el afecto llegó a lo último. "Por la agresión que tenía este bull terrier con los humanos, la relación al principio con él era tensa. Entonces, lo primero que se aplicó fue un paseo diario de 40 minutos y una vez cansado, le daba agua de beber. Así me gané su confianza", recordó.
Para el adiestrador, "el secreto está en darle lo elemental al animal y no antes el afecto, porque si hubiera sido así, alimentaba su violencia".
Del juego sin límites a la agresión
Según confió el experto en adiestramiento canino, el perro no se convierte en agresivo por recibir maltrato solamente; a veces, se puede volver peligroso por el exceso de afecto y falta de límites. "Eso se suele ver en el juego, donde el humano le permite jugar al perro adulto como si fuera un cachorro y nunca le puso límites".
"Hasta los 4 meses el animal sigue a la madre y en todo caso, al humano. De ahí en adelante, el animal solo quiere jugar y ese es el momento en que se debe comenzar con la socialización con otros perros que estén equilibrados. A los 7 meses comienzan a aplicarse los límites, antes no se puede. Si no se cumplen estos pasos, se ven los primeros síntomas. El perro, ya grande, pasa a un nivel de excitación, de ahí al dominio y por último, la agresión".
La primera advertencia antes de la mordida es el gruñido. "La gente no suele darle importancia, o a veces considera que el animal tiene un mal día pero ese es el primer acto de ataque del perro que se está defendiendo", aseguró Orellano.
"Le enseñaron a morder"
El caso de Chizzo llegó a Orellano en 2014, cuando el perro tenía un año. "El perro tenía mucha dominancia y agresión. Había mordido un cuatriciclo, y atacó a su dueña. Cuando la familia lo llevó a rehabilitación con otro adiestrador, Chizzo lo atacó a él también y allí se me derivó su caso".
La familia del can solo debía pagar el alimento y el tratamiento del perro pero con el tiempo desapareció, lo abandonaron. Gonzalo lo adoptó.
Con el paso del tiempo y con Chizzo como parte de la "familia perruna" de Orellano, el adiestrador empezó a averiguar cómo el bull terrier llegó a tener las actitudes violentas que tuvo. "Empezaron a llegarme fotografías y videos donde le enseñaban a Chizzo a morder. Primero, con dos meses de vida, un palito; ese palito pasó a ser un peluche y de ahí más y más grande el objeto. A él le enseñaron a morder y eso demuestra que la gente siempre cuenta lo que hacía el perro pero no lo que hacían ellos".
"Si uno le enseña a morder al perro y le insiste con eso, se despierta el instinto de presa del animal, especialmente en animales más fuertes", dijo.
Si una persona busca que su perro sea sumiso, "lo primero que tenemos que tener en cuenta es tener empatía con el animal, saber qué necesita y que eso no es lo mismo que lo que nosotros necesitamos".
En este sentido, Orellano explicó que "los animales son muy simples. Además de agua y comida, ellos también necesitan afecto pero antes necesitan ejercicio y disciplina. Además, no se les puede aplicar psicología humana al animal, es decir, que busque la pelotita o que se pare en dos patitas. Esto solo produce condicionamientos en la adaptación del perro".
"Mucha gente tapa un hueco emocional con los perros, para que cuide la casa o entretenga a los niños, es decir, para lo que ellos quieren, pero hay que preguntarse qué quiere el animal y sabiendo que necesita estar en compañía, debemos dedicarle nuestro tiempo ya que cuando el animal está mucho tiempo encerrado empieza a acumular frustraciones y si uno llega, solo le da afecto, está alimentando esa frustración. En fin, se está amando a un animal frustrado y sin límites. Eso puede llevarlo a morder a una persona, a otro animal o a escaparse y todo se convierte en un problema", concluyó.
Qué dice la ley
La legislación sanfrancisqueña (ordenanza Nº 5.739) establece unos requisitos para tener como mascotas perros considerados potencialmente peligrosos de manera responsable. La misma sostiene cómo deben trasladarse los perros en la vía pública, aclarando que tienen que contar con bozal canasto y no bozal ceñido que solo se utiliza para atención veterinaria, entre otras cuestiones.
La ley municipal contempla las razas rottweiler , pitbull terrier, dogo argentino, fila brasileño, american staffordshire , staffordshire bull terrier, mastif, bullmastif, doberman , dogo de burdeos, mastin napolitano , bull terrier, presa canario, schnauzer gigante ,akita inu, ovejero alemán o belga y cimarrón uruguayo.