Cena de Navidad: el momento de la tregua a las discrepancias
Las Fiestas y en especial la de Navidad representan el chip de fin de año donde todo se moviliza. Cambiar primero uno mismo en un contexto donde los otros deben acompañar desde el amor y la empatía para poder celebrar la despedida de un 2019 difícil para los argentinos.
Si bien es cierto que en las fechas de fin de año las emociones y sentimientos que se suscitan son muy personales y distintas; son momentos estos donde lo más importante es que la reunión se convierta en una tregua y una conciliación con uno mismo para con los que más queremos o que simplemente cumplen las funciones familiares históricas con las que uno se desarrolló.
Según el Licenciado en Psicología, docente universitario y miembro del Colegio de Psicólogos de San Francisco, Daniel Rossa (M.P. 8.758), "Las fiestas, y en especial la Navidad, representa los balances y todo eso moviliza generando angustia, alegrías y todo se nos impone como un desafío".
"El primer desafío para superar estas situaciones es comenzando por uno mismo, porque sin nuestra fortaleza en la personalidad, el manejo de nuestras emociones y la tolerancia a la frustración, somos incapaces de tomar nuevos rumbos y darnos cuenta en qué debemos mejorar para generar posibilidades distintas con el otro que nos aloje desde el amor y la empatía"
"La principal coyuntura a superar en todo ritual navideño y en época de fiestas, es llamarnos a la tregua y que en las mismas los miembros que participen no se precipiten con temas ríspidos, que además nunca se solucionan en ese tipo de reuniones porque el objetivo es otro", aseguró.
Lic. Daniel Rossa
2019, un año para dejar atrás
Según Rossa, este año fue difícil para los argentinos y se puede observar un desgaste vincular en cada consulta que recibo. "Las emociones están a flor de piel; el trabajo es tan inestable como las relaciones y las posibilidades a relacionarnos y hay años que ya no resisten a las formas que se vinculan las personas en el presente. Todo es política partidista y se suele proyectar hacia otros las culpas, ya que la sensibilidad social con la que se habita ha realmente cambiado", afirmó el licenciado.
En este marco, el profesional planteó: "¿Cuánta resiliencia y capacidad de querernos nos queda para visibilizar a otros entre tanta coyuntura?; ¿Cómo no ser objetos de consumo sin empatía en la eterna inestabilidad si el contexto nos envuelve en ese mensaje todo tiempo?"
Para evitar malos momentos, lo mejor sería pasar las fiestas con aquellos afines que realmente quieran reunirse, los que están dispuestos a detenerse en el tiempo porque entienden que este se va rápido y no regresa y que las caras del presente pueden llegar a no ser las del mañana. "Aunque el desafío no es fácil, porque en las instituciones familiares hay historia, emociones y sentimientos que no se superan fácilmente y quizás lo más sano sea un saludo a la distancia", aseguró Rossa. Y destacó: "Con el saludo si considero que al menos existe, porque es un reconocimiento al otro que representa algo afectivamente y porque ejemplifica al recuerdo con el mismo cariño de aquellos tiempos que alguna vez se pudieron compartir sanamente".
Para cerrar, el psicólogo acotó: "hay que habitar más los lugares y los afectos sin estar tan pendiente de las pantallas, porque las realidades se construyen haciendo y generando con los otros".
"Con transparencia en las intenciones, amor y empatía, podemos tener una Navidad en Paz y el mejor de los recuerdos de esa noche especial", concluyó.