Campaña, acedia y paciencia
A días de que comience la carrera definitiva hacia el 27 de octubre, las urgencias actuales producen un ambiente caldeado que exige prudencia de parte de los candidatos.
A poco más de un mes de las elecciones presidenciales, la convulsionada realidad actual de la Argentina impide que se piense en esa jornada prevista para el 27 de octubre. El esfuerzo por sostenerse en el día a día hace aparecer como lejano el horizonte. Los tiempos económicos y las penurias del momento son urgencias que determinan el olvido de lo que próximamente sobrevendrá.
En este marco, la prudencia nunca ha sido un atributo destacable de la dirigencia política argentina. La lucha por el dominio de las calles en las principales ciudades del país es un ejemplo palpable de que se pretenden conseguir beneficios sectoriales de cualquier índole a costa de violar los derechos más elementales prescriptos en nuestra Constitución. El discurso electoral agresivo y descalificador no encuadra en la actual realidad. Cansa. Agota. Por ello, no puede encontrar resquicios en la mayoría de una sociedad que vive otra crisis casi con resignación.
Desde la psicología social se pueden comprender algunos aspectos referidos a cómo se mueven las corrientes dentro del océano de opiniones y actitudes que pueden encontrarse. Se puede señalar que el abatimiento y la tristeza son signos visibles en algunas porciones del tejido social. Incluso dentro de quienes apoyan a los candidatos opositores más votados en las Paso de agosto. Ante esto, dirigentes de este sector han salido a pedir mesura a las organizaciones que acampan en las principales avenidas de las grandes urbes y, afortunadamente, han morigerado sus expresiones frente a la realidad difícil que se vive.
En verdad, esta nueva crisis política, económica y financiera ha provocado la "resurrección" de una palabra olvidada en el diccionario. La acedia social puede ser catalogada como el cansancio de los buenos. Se relaciona con la tristeza, pero va más allá. Proviene del griego tardío, del sustantivo akedia utilizado por Cicerón. Si bien se la traduce como aflicción, esta especie de desconsuelo tiene una raíz basada en el desaliento.
La acedia es una forma de malestar que hoy parece estar experimentando la sociedad argentina. O, al menos, un sector importante de ella. No se trata solo de abatimiento o de asombro frente a la emergencia. Si bien se vincula con la baja autoestima y con la queja que se escucha en casi todos los ámbitos, la acedia va más allá. Duda sobre el sentido de las experiencias que se están viviendo. Aparecen preguntas centrales de la existencia como el para qué. Busca y no encuentra claras las causas del fracaso colectivo. Esto sumerge a buena parte del conjunto social en la fatiga, la indiferencia y el tedio. Todos síntomas del cansancio de quienes trabajan a destajo para salir adelante y se encuentran con los mismos escollos de siempre a la vuelta de la esquina. Es decir, cuando rebrotan las crisis que la dirigencia política genera con sus decisiones erradas y no sabe cómo resolver.
Allí mismo, en medio de las enormes dificultades, reaparece la paciencia. Una virtud humana que acepta el presente y se transforma en un correctivo para el cansancio de la gran mayoría de "buenos". La paciencia supone perseverancia y la reaparición de síntomas de esperanza.
La tensión entre acedia y paciencia se observará con claridad durante las semanas siguientes, cuando la verdadera campaña electoral se profundice.