Animales sueltos: problema frecuente
El tema es preocupante. El riesgo es notorio. Por lo que se hace imprescindible la adopción de algunas medidas preventivas por parte de los dos municipios: San Francisco y Frontera.
Hace algunas noches un joven motociclista recibió heridas luego de toparse con una tropilla de caballos que estaban pastando en las inmediaciones del Camino Interprovincial. Cuando esta arteria tan transitada se cruza con la calle 102 en Frontera, el conductor quizás aguardaba la posibilidad de pasar cuando uno de los animales retrocedió y lo pateó a la altura de la cadera, lo que hizo que perdiera el control del rodado y cayera al asfalto, según relató un testigo que lo auxilió hasta que llegó la ambulancia que lo trasladó hasta el Hospital "J. B. Iturraspe".
Por fortuna, en este caso solo hubo que lamentar lesiones de carácter leve. Aunque también es necesario destacar que los animales, sin cuidador a la vista, huyeron rumbo al sector de las vías del ferrocarril en el ejido municipal de nuestra ciudad.
Hasta aquí la crónica de un suceso que es más frecuente de lo que se supone. Porque si bien no siempre existen accidentes por la presencia de animales sueltos en San Francisco y Frontera, no se necesita ser un erudito para observar que el problema es recurrente y sucede en varios sectores, especialmente en las afueras o en cercanías del Interprovincial.
Que los perros estén sueltos, muchos de ellos que viven en la calle, es conocido. Pero lo mismo ocurre, aunque en menor medida, con caballos que pastan tranquilamente al parecer en lotes cercanos a las avenidas de ingreso o directamente a la vera de arterias tan transitadas como la que divide a las dos provincias. El lógico peligro que esto implica para los conductores de cualquier vehículo se agiganta porque no existen advertencias previas de esta situación, especialmente en horas de la noche cuando la visibilidad se reduce de manera ostensible.
El riesgo es notorio. Por esto mismo se hace imprescindible la adopción de algunas medidas preventivas por parte de los dos municipios, puesto que las ordenanzas al respecto son claras y establecen sanciones para los responsables de generar esta amenaza. Se impone el control más riguroso cuando se detecta la presencia de animales, especialmente equinos y vacunos, capaces de generar desgracias muy lamentables, en virtud de su corpulencia.
Claro que con los controles no se soluciona el problema de fondo. Porque estamos en presencia de una costumbre que tiene raigambre cultural en algunos casos y que se vincula con la desidia o la ignorancia de las normas que rigen la convivencia en una ciudad. Los propietarios de estos animales son responsables de su cuidado y deben, por todos los medios, retenerlos en lugares seguros para ellos y también para los seres humanos. Si no pueden hacerlo, deberán sopesar la viabilidad de tenerlos o bien solicitar ayuda a los organismos competentes, tanto oficiales como no gubernamentales.
En el caso que originó esta columna, las lesiones han sido leves. Pero no por ello deja de ser preocupante el tema, más si se considera que luctuosas tragedias ocurrieron por la presencia de animales en las rutas o avenidas.