Abusos, violencia y denuncias
Un nuevo informe de la OMS visibiliza la problemática que viven las mujeres que caen víctimas de la violencia de género y la demora en denunciar los abusos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el último Informe Mundial de Seguimiento de la Cobertura Universal 2019, publicado esta semana en su sitio web se refiere, entre otros aspectos, a los problemas que viven las mujeres que son víctimas de violencia de género. Y alude, específicamente, a las razones por las cuales muchas de ellas tardan años en denunciar los vejámenes recibidos.
Muchos de estos motivos son conocidos hoy por la sociedad, en virtud de la enorme difusión que los medios de comunicación brindan sobre este asunto y las recurrentes advertencias acerca de la necesidad de terminar con el flagelo de la violencia contra la mujer. "La mayoría de las mujeres que experimentan violencia y/o mutilación genital no lo denuncian y demoran la búsqueda de atención debido al estigma, la culpa, el miedo y otras barreras. Incluso, cuando acuden a los servicios de salud, no divulgan que la violencia fue la condición subyacente por la cual llegan a la consulta", afirma el informe de la OMS.
Cuando un caso de violencia o abuso impacta en la opinión pública, son muchos los comentarios que pretenden descalificar a la mujer señalando que su denuncia ha sido formulada de manera extemporánea. ¿Por qué no lo dijo en su momento? , es la pregunta que a veces se escucha en diversos ámbitos. El interrogante, no cabe duda, surge de personas que no son capaces de reflexionar sobre las profundas implicancias de los abusos en la psiquis, así como de aquellas que aún poseen resabios de una cultura que, si no admitía, al menos escondía este tipo de situaciones.
Según la OMS, actualmente 29% de las adolescentes que se encuentran entre los 15 y los 19 años padece violencia de pareja. En tanto, en términos de riesgo psicosocial, las víctimas de estos delitos tienen actualmente 4,5 veces más probabilidades de suicidarse que otras mujeres que no atraviesan estas trágicas situaciones, así como el doble de probabilidades de realizarse abortos autoinducidos, padecer depresión o sufrir trastornos por el consumo de alcohol. Además, se incrementan significativamente las posibilidades de contraer infecciones de transmisión sexual y de sufrir partos prematuros.
Estos últimos datos permiten tomar debida dimensión del fenómeno. De sus consecuencias trágicas y de la necesidad que tiene el sistema de salud de abordar de manera prioritaria los aspectos psicológicos de las mujeres víctimas de abusos o violencia. El reciente triste femicidio de una adolescente ocurrido en Frontera ha vuelto a colocar en la escena pública el drama personal que significa este fenómeno y la importancia de profundizar la educación, la atención sanitaria, la condena a los agresores o abusadores y la contención. Es hora de encontrar métodos y herramientas que permitan a las víctimas destrabar los complejos mecanismos que le impiden denunciar.