Nutrición afectiva
No solamente debemos nutrir con alimentación sana, sino también con amor, afecto y cariño, ese es el mensaje de la columna de la Lic. Natacha Leoni en la columna de esta semana.
Hoy vamos a hablar de nutrición afectiva. Ante todo, definamos qué es. Tal como lo indica la palabra, se trata de nutrir no solo con una alimentación sana y balanceada (nutrición biológica), sino también con las emociones: con amor, afecto y cariño.
Para que el desarrollo humano sea integral, no solo cuentan los alimentos. Aquellos niños que no están contenidos en un entorno positivo, cálido y amoroso, no podrán crecer en forma saludable ni desarrollar su inteligencia emocional.
Por inteligencia emocional nos referimos a la capacidad de conocerse a uno mismo y a los demás, la habilidad que nos permite detectar las intenciones, los deseos y las motivaciones de otras personas para lograr interactuar con ellas.
La nutrición afectiva está constituida por una serie de "elementos" que deben interactuar junto con los de la nutrición biológica para que esta última sea efectiva y el crecimiento, integral y completo. Tales elementos se dividen en tres grupos: los constructores, los energéticos y los protectores.
Los constructores arman el escudo afectivo que sustenta y da origen a nuestra inteligencia emocional. Por ejemplo, el amor, el respeto, la aceptación. Los energéticos nos motivan a actuar, a ir por más. Por ejemplo, las oportunidades, los sueños, las metas.
Los protectores son los que nos resguardan de las influencias negativas de nuestro entorno: la autoestima positiva y la comunicación asertiva (esto es, la manifestación de nuestras ideas y opiniones sin perjudicar a nadie y dando espacio a los pensamientos de otros).
Practicar la nutrición afectiva desde la infancia permite que los jóvenes enfrenten mejor la adolescencia, quizás la etapa más convulsiva de la vida, con muchos cambios biológicos y psicológicos.
El adolescente que recibió una nutrición afectiva desde niño sin lugar a dudas tendrá más claros sus objetivos y estará más seguro y dispuesto a ir por sus sueños. Además, sabrá cómo comportarse ante la sociedad, ante sus semejantes y sus mayores.
La razón de todo esto es que el adolescente, al ser "entrenado" mediante la nutrición afectiva, ya posee las herramientas necesarias para reconocer sus propias emociones. De este modo, puede controlarlas, modificarlas o negativizarlas si lo afectan o si dañan a otras personas.
Por eso, la nutrición afectiva también es clave para tratar a aquellos que padecen de trastornos alimentarios u otras enfermedades relacionadas.
simismo, la nutrición afectiva es esencial en el tratamiento de enfermedades crónicas o incluso, mortales.
Los pacientes con VIH, por ejemplo, mejoran su calidad de vida al renovar sus esperanzas y sus deseos de vivir tan solo por contar con un poco más de seguridad o contención de parte del entorno.
on esto, queda claro que no solo basta un rico plato, sino que sea servido con amor y sobre todo, que sea compartido. Por eso, deberíamos recuperar las horas de las comidas.
La reunión familiar en torno a la mesa o el encuentro entre colegas en la pausa del almuerzo. El hombre es un ser social por naturaleza. El ambiente de cordialidad y reciprocidad que se genera alimenta nuestra alma. En un mundo que vive a las corridas, sin tiempo para un charla, no es poca cosa.