"Existe una idealización sobre cómo un paciente oncológico lleva su enfermedad"
En "Fuerza mágnética" laescritora Valentina Vidalnarra una historia centrada en una clínica privada, donde se mezclan los valores personales y los mercantiles
En "Fuerza mágnética" la escritora Valentina Vidal explora la naturaleza compleja de los vínculos y la fragilidad del mercado laboral a través de una historia centrada en una clínica privada que va camino a su desguace, mientras los pacientes y el personal deambulan por un océano de incertidumbre que trastoca los vínculos y dispara complicidades y traiciones.
En su primera novela, la autora del libro de cuentos "Fondo blanco" da cuenta de un micromundo que se va resquebrajando y en esa transición deja al descubierto relaciones asimétricas de poder y de género, pero también cuestiones ligadas a la maleabilidad de los principios en situaciones límite.
"Fuerza magnética" (Tusquets) plantea la paradoja de un espacio ligado al mismo tiempo a la enfermedad y a la sanación, y donde la negligencia de un resonador instalado en condiciones precarias genera cáncer a una de las empleadas de la clínica, que a partir de entonces deja de lado el vínculo laboral y se transforma en una paciente confrontada a la desidia y la precariedad hospitalaria. La autora dialogó con Télam:
-¿Ese
micromundo en el que se sitúa la narración funciona como una condensación de un
presente acechado por la precarización del mundo laboral?
La precarización y el acoso laboral son prácticas muy habituales, sobre todo en clínicas privadas, donde todo se aborda desde un lugar mucho más despiadado. Hay una cosificación del recurso humano y del paciente: se pasa a ser un número en la facturación, y también se salvan vidas, se curan enfermedades. Es en esa antítesis donde me interesó profundizar. Quise narrar la vida misma dentro de un ámbito laboral que podría situarse tanto en el presente como en cualquier tajada de la historia donde se hayan ejercido políticas antihumanistas.
-El personaje de Alina se somete a un tratamiento para sobrellevar una enfermedad que ha contraído en ese mismo lugar donde ahora alienta la esperanza de curarse. ¿Esta ambivalencia pretende echar luz sobre las contradicciones de los espacios que habitamos?
Es que si los seres humanos estamos hechos de contradicciones, de claroscuros, eso se traslada tanto a lo micro como a lo macro. En la novela hay un clima hostil dentro de un mundo claustrofóbico, saturado, un contexto que está a punto de desplomarse sobre empleados que pasan la mayor parte de sus vidas ahí adentro.
-Hay un tratamiento aséptico de las emociones: los pacientes atraviesan distintos estados que van desde el clímax sexual al dolor, pero los sentimientos aparecen apenas enunciados a través de lo corporal ¿Por qué se da ese contraste entre la centralidad que tiene el cáncer y la ausencia de sensaciones que la enfermedad dispara?
Las sensaciones están dichas desde la acción, en el caso de Alina, el personaje que padece la enfermedad, tiene miedo de ver su cicatriz, de raparse, de los síntomas del tratamiento, pero a la vez lo lleva con cierto sarcasmo y una percepción de su propia finitud que va en aumento. Creo que existe una idealización, incluso hasta diría una exigencia sobre el deber ser con respecto a cómo un paciente oncológico lleva su enfermedad. Hace un par de años una chica muy joven en estado terminal escribió por Twitter todos los días el avance de su enfermedad hasta que murió y el último mensaje lo escribió su esposo, agradeciéndole a sus seguidores haberla acompañado hasta el final. Me acuerdo la cantidad de comentarios que hubo con respecto a si pasó mucho tiempo en las redes teniendo en cuenta que eran los últimos. Pareciera ser que lo correcto para alguien que está pasando por semejante situación debería ser que actúe según un ideal construido en base al temor colectivo que nada tiene que ver con lo real.
-Hay en el libro un contraste entre las relaciones hostiles o distantes que las mujeres mantienen con los hombres y los sistemas de complicidad que establecen entre ellas ¿Son formas encubiertas de sororidad frente a esa dominación masculina que en la novela asume formas sutiles y no tanto?
En la novela el acoso laboral es una práctica habitual y programada sin importar el género, tal vez lo sutil esté en la estrategia de expulsión según su orientación sexual, que por supuesto se puede transpolar a cualquier situación en lo cotidiano. Esa es la distancia, la dificultad que se produce sumada a la subjetivación del individuo con un fin económico y utilitario de parte del "nuevo orden" que se presenta en la clínica. El patriarcado hace su aparición en un formato patronal que, en este caso, acosa a sus empleados desde un poder masculino, simplemente porque los puestos jerárquicos están en su mayoría ocupados por hombres. Cuando ese abuso pasa a ser una política institucional se produce la sororidad como una combustión espontánea. Los personajes encarnados por mujeres de alguna manera rompen la rueda, buscan la salida, mientras que el hombre, víctima de sus propios mandatos, espera, mide y se queda inmovilizado dentro de una estructura que lo consume.